¿Alguna vez te has encontrado atrapado(a) en una oleada de pensamientos negativos que surgen de repente y parecen imposibles de controlar?
¿Te gustaría aprender cómo manejarlos en esos momentos? Este artículo es para ti si te identificas con esta situación.
Aquí descubrirás:
- Qué son los pensamientos negativos intrusivos
- ¿De dónde se originan?
- ¿Cómo puedes enfrentarlos?
¿Qué son los pensamientos negativos intrusivos?
Los pensamientos negativos intrusivos son ideas no deseadas, perturbadoras y angustiantes que surgen en tu mente sin previo aviso.
Se consideran «negativos» debido a su contenido desfavorable y «intrusivos» porque emergen de repente y sin intención alguna de tu parte.
Es normal experimentar pensamientos extraños ocasionalmente que te hagan preguntarte: «¿De dónde salió eso?».
Sin embargo, cuando estos pensamientos se vuelven más frecuentes, pueden generar ansiedad, culpa, vergüenza o enojo.
Si persisten durante mucho tiempo, pueden afectar tu confianza y tu capacidad para desenvolverte en tus relaciones y actividades diarias.
Una presentación aguda de pensamientos negativos intrusivos también puede estar relacionada con trastornos como el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).
¿De dónde se originan?
Este tipo de pensamientos puede tener diversas fuentes de origen:
- Estrés psicológico crónico: La exposición prolongada al estrés puede desencadenar estos pensamientos.
- Cambios hormonales: Derivados del estrés biológico, como enfermedades, infecciones o virus.
- Experiencias traumáticas: Trauma severo en el pasado puede ser un desencadenante.
- Ansiedad inconsciente: Puede surgir sin que te des cuenta de su origen exacto.
A pesar del malestar que causan, es crucial comprender que estos pensamientos cumplen una función: protegerte. Por ejemplo, si caminas por la calle de noche y ves a alguien sospechoso acercándose, pensar de manera negativa en ese momento puede ser una forma de auto-protección.
El problema surge cuando te encuentras en un estado de alerta constante, lo que provoca un desgaste físico y mental considerable. ¿Alguna vez te has sentido extremadamente cansado al final del día debido a que tu mente no deja de dar vueltas en torno a un asunto específico?
¿Cómo puedes enfrentarlos?
A continuación, compartiré tres pasos prácticos que puedes tomar para afrontar los pensamientos negativos intrusivos:
1. Identifica tus pensamientos negativos intrusivos
Es fundamental reconocer el pensamiento por lo que es. No necesitas elaborar un proceso complejo; simplemente reconoce su existencia. Puedes hacerlo diciéndote a ti mismo en voz alta:
- «Estoy teniendo el pensamiento de que soy un fracaso.»
- «Estoy teniendo el pensamiento de que me rechazarán si solicito ese trabajo.»
- «Estoy teniendo el pensamiento de que la persona me ignorará si la abordo.»
¿Por qué tomarse la molestia de hacer esto?
- Te volverás más consciente de lo que estás pensando.
- Verbalizar las emociones alivia su intensidad.
- Crearás una distancia psicológica entre tú y el contenido del pensamiento, recordándote que eres más de lo que pasa por tu cabeza.
2. No te juzgues por tus pensamientos
Muchas madres primerizas, por ejemplo, tienen imágenes mentales repentinas sobre hacer daño a sus bebés o se preocupan sobre lo que sucedería si los descuidan a propósito. En estas situaciones, los problemas más significativos no provienen de los pensamientos en sí, sino de las consecuencias emocionales que conllevan: ansiedad, depresión y vergüenza.
La pregunta que a menudo se hacen es: «¿Qué tipo de persona o madre soy por pensar esto?»
Si bien es posible que no experimentes pensamientos intrusivos de esta naturaleza, todos enfrentamos pensamientos negativos no deseados en algún momento. Estos pueden incluir:
- Preocupaciones constantes acerca de tareas pendientes.
- Autocrítica persistente después de cometer un error.
- Recuerdos continuos del pasado relacionados con un evento en particular.
La forma en que respondes, o no, a este contenido mental determinará si continúan apareciendo. Al cultivar la práctica de observar tus pensamientos negativos con curiosidad y sin juzgar, notarás dos cosas:
- La carga emocional asociada con el pensamiento disminuirá.
- La frecuencia de estos pensamientos también disminuirá con el tiempo.
3. Cuestiona tus pensamientos negativos intrusivos
La mente humana tiene la capacidad de reflexionar sobre lo que piensa, lo que nos distingue de otras criaturas. Esto se conoce como meta-cognición: pensar sobre lo que piensas.
La próxima vez que te encuentres atrapado en una espiral de pensamientos negativos, intenta hacerte las siguientes preguntas:
- ¿Qué pruebas tengo de este pensamiento?
- ¿Está basado en hechos o especulaciones?
- ¿Es útil o perjudicial?
- ¿Qué le diría a un amigo que experimenta este pensamiento?
Cuestionar activamente tus pensamientos negativos intrusivos expondrá sus debilidades y te ayudará a tener una vida mental balanceada. Lidiar con pensamientos de este tipo de vez en cuando no significa que estés perdiendo la cordura. Es una respuesta humana natural a los desafíos comunes de la vida.
No obstante, si observas que estos pensamientos están interfiriendo de manera significativa en tu rutina diaria y te resulta complicado desempeñarte en tus roles habituales, buscar apoyo profesional podría ser una decisión prudente.